Legado

Legado

lunes, 14 de mayo de 2012

Objetivo: destruir - NELSON CASTRO

Mauricio Macri, Daniel Scioli y Hugo Moyano. Más allá del orden de esta enumeración, ésos son los enemigos más encumbrados que la Presidenta tiene en la mira. Y hacia ellos se orientan los movimientos del Gobierno en pos de un único objetivo: destruirlos. En el desierto de liderazgos que ofrece la oposición, Macri y Scioli emergen como los dos únicos dirigentes políticos con potencialidad para construir alguna alternativa a Cristina. La situación de Scioli es curiosa, porque a pesar de su apoyo incondicional a la Presidenta ahora y a Néstor Kirchner antes, no ha logrado construir un puente de confianza con el kirchnerismo. El gobernador debe lidiar contra Gabriel Mariotto y La Cámpora, que han llegado a posiciones de poder con el solo objetivo de complicarle la vida. Los tiempos políticos se han acortado e impactan a muchos de sus protagonistas. Los cuestionamientos permanentes al ministro de Seguridad y Justicia, Ricardo Casal, la investigación por los contratos con la empresa Boldt –la competidora de Ciccone– y el pedido de informes sobre los volúmenes de gasto de la publicidad oficial y su distribución, están creando una creciente tensión en el interior del gobierno bonaerense. “Acá tenemos un émulo de Cobos que ha venido para destruir a Scioli”, expresa un ministro encumbrado del gabinete provincial. La polémica entre el vicegobernador y la ministra de Gobierno, Cristina Alvarez Rodríguez, surgida el viernes pasado, la creación de La Juan Domingo, los comentarios críticos hacia ese engendro salidos desde las filas de La Cámpora, son indicios de que se hará cada vez más difícil acallar esas diferencias de consecuencias impredecibles. Algo debe quedar claro: Mariotto no actúa solo. El respaldo de la Presidenta está fuera de discusión. Tanto que en la semana hubo una reunión entre ella y varios intendentes bonaerenses que fueron llevados a Olivos por Mariotto. Scioli quedó afuera. Con un ojo en las encuestas, en el kirchnerismo se ve con preocupación el alto grado de imagen positiva que mantiene el gobernador, a quien no se lo quiere como el sucesor de Cristina, motivo por el cual el kirchnerismo apura la idea de la reforma de la Constitución nacional para poder concretar el sueño de Cristina eterna. En el medio de todo ese barullo están los desafíos de la administración provincial, para la cual las dificultades están lejos de disminuir, ya que las arcas del fisco bonaerense están con problemas. De ahí la necesidad de crear nuevos impuestos y aumentar las alícuotas de los ya existentes, con la conflictividad consiguiente. Si Scioli no la está pasando bien, el panorama tampoco luce apacible para Mauricio Macri. Las dos últimas decisiones tomadas por el Gobierno –una la de exigirle a la ciudad un precio 35% mayor por el depósito de residuos y la otra el proyecto de ley impulsado por la diputada Diana Conti orientado a privar al Banco Ciudad de los fondos provenientes de la justicia federal– están orientados a complicar y ahogar financieramente la gestión de Macri. El otro frente de batalla se da en el campo sindical. “Reviento de rabia”, dijo Cristina cuando se refirió a la conflictividad laboral que hay. Hubo allí duras críticas a la dirigencia sindical. Todos entendieron que el principal destinatario de esa diatriba fue Moyano. La jefa de Estado no ve la hora de que el líder de los camioneros sea eyectado de la CGT. Moyano ha decidido resistir. “Hoy los números no son los de antes, pero no todo está perdido”, reconoce un dirigente sindical moyanista. Otra realidad se acentúa. Pasados los efectos euforizantes por la renacionalización del 51% de YPF y del spot publicitario de las Malvinas, las verdaderas complicaciones de la economía son producto de un encorsetamiento progresivo disparado por las restricciones a las importaciones. La no autorización de casi ninguna operación de compra de dólares marca que las cosas marchan por aguas procelosas. El Gobierno se la pasa anunciando un superávit de la balanza comercial que, en sus consecuencias, es ficticio y devastador, ya que en sectores clave ha comenzado a verificarse una desaceleración. La medida tomada por Guillermo Moreno de acortar los plazos por los que los exportadores debían liquidar los dólares de sus operaciones, puso a muchas pymes al borde del colapso. CFK estuvo bien el jueves cuando anunció la derogación de esa medida por sugerencia de Moreno. Eso no era cierto. Moreno fue la causa del problema y no el artífice de la solución. La economía ofrece otros datos preocupantes entre los que hay que mencionar: las dificultades para el pago de los sueldos en algunas provincias y varias intendencias; las quejas crecientes de numerosas intendencias que se ven en figurillas para hacer frente al pago de sus proveedores; la brecha creciente entre el dólar oficial y sus diferentes vertientes del paralelo; la caída en la compraventa de inmuebles que va delineando características de tendencia; las suspensiones en empresas. A ellos hay que agregar problemas de gestión en áreas sensibles que le generan al Estado agujeros cada vez más costosos. Uno de los más relevantes es el caso Aerolíneas. Encima, se cuelan hechos de gran significación institucional. Ahora la batalla es por la designación de Daniel Reposo como procurador. La salida de Esteban Righi plasmó una verdad indiscutible: al Gobierno le preocupa la situación de Amado Boudou. El vice ha quedado dañado por todo lo que la Justicia confirmó hasta aquí. La situación de Reposo es insostenible en atención a que está demostrada su relación con Boudou, lo cual es un dato clave a la hora de evaluar las consecuencias que habrá de tener esta designación. Esta semana, nuevos elementos dejaron al descubierto lo desprolijo y poco serio de esta propuesta gubernamental. Los “errores de tipeo” en el CV de Reposo, por los cuales aparece como disertante en conferencias que nunca dio, no se los cree nadie. Además, no es el caso de una conferencia, sino de ocho. Uno puede ser un error; ocho no. En uno de sus “Aló Presidenta”, CFK señaló con franqueza que es necia y terca, pero que cuando alguien le hace ver y comprender un error, tiene la capacidad de transformar su necedad y terquedad en sensatez y, por lo tanto, enmendarlo. La propuesta de Reposo es insostenible y dañina para el prestigio de una institución tan importante como la Procuraduría General de la Nación. Fiel a sus definiciones, la Presidenta debería retirar la propuesta de Reposo, otorgándole así a la República los beneficios de su sensatez y ahorrándole los perjuicios de su necedad y terquedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario