Legado

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miércoles, 2 de mayo de 2012

LOS RELATOS DE CRISTINA

"¿Cómo es que un gobierno puede mantener en alto su imagen con tres crisis sobre sus espaldas?", se preguntaba un analista político con llegada a la gestión K. "Y, encima -proseguía- no son tres crisis cualesquiera sino de aquellas que pegan de lleno en toda la sociedad: la del dólar, la del transporte y la energética". Sus afirmaciones son tan contundentes como ciertas. Es que, una combinación así, en otros momentos, hubiese dejado en una posición extremadamente frágil a cualquier Gobierno. Y hasta la oposición se hubiese hecho un "festín". Pero hay más. En este caso, se ve imposibilitado de echarle la culpa a la gestión anterior, luego de nueve años ininterrumpidos en el poder. Algo que siempre ha sido una costumbre "bien argentina". A esta altura, hasta otras "balas" de la realidad -que antes hubiesen sido muy hirientes- como es el "Boudougate" hasta parecen de cebita. Cuesta creer que se trate del mismo gobierno en el que, hace escasos dos meses, empezaban a surgir fisuras internas y reclamos de una "perestroika del kirchnerismo". El secreto reside en la gran capacidad de generar impacto y una comunicación convincente para recuperarse de los golpes. O, para utilizar la terminología de la Presidenta, el poder de elaborar "el relato". Timing, resurrección y discurso En los días siguientes a la tragedia ferroviaria de la estación Once, y con el estallido del "affaire Boudou", el comentario obligado entre los analistas y politólogos era si, finalmente, había llegado el fin del discurso kirchnerista. Es que la caída en la popularidad de Cristina Kirchner -un desplome de 20 puntos en las encuestas- parecía confirmar que empezaba a haber cierto desgaste en esa reconocida habilidad de la Presidenta para persuadir a la opinión pública y para transformar debilidades en virtudes. Sin embargo, tal como ha pasado hasta ahora, cuando algo malo ocurre, un "conejo" se vuelve a sacar de la galera. Y así sucedió: se instaló en agenda el tema Malvinas y, acto seguido, se apeló al sentimiento nacionalista por el "caso YPF". Es verdad que era una medida ya planeada desde hace rato, pero también es cierto que se esperó el momento justo para dar el gran golpe de impacto. Por lo pronto, éste no fue poco: transformó una notoria debilidad, como lo es la crisis energética, en una "epopeya" nacionalista. Claro está, identificando para ello a un culpable. Más aun. El rotundo apoyo parlamentario y el multitudinario acto realizado el viernes pasado en el estadio de Vélez Sarsfield marcaron un cambio de clima, que le permitió subir en imagen, dejar un poco atrás la tragedia ferroviaria y al caso Boudou. Así, la Presidenta logra una vez más recuperar su rol protagónico, demostrando iniciativa, sorpresa, capacidad para imponer la agenda y una gran habilidad para desarmar a la oposición (tanto la extrapartidaria como la interna). "¿Me olvide un capítulo? ¿O alguien del arco opositor había tomado la bandera de la re-estatización de YPF como eje de campaña en las elecciones?", se preguntaba irónicamente una analista. El poder del relato y un callejón sin salida Si alguien no entendía hasta ahora qué significaba la "batalla cultural", la iniciativa sobre YPF viene a ser una perfecta síntesis: el eje se ha corrido de los temas de subsidios, distorsiones de precios, retenciones y política de inversión. La jugada del Gobierno logró transformar la situación energética en un planteo maximalista: o se está a favor de "recuperar" YPF o se está a favor de que el petróleo argentino siga en manos de una empresa española, ahora acusada de vaciar el país de reservas y de dólares. "Caen nuevamente en la trampa que les pone el Gobierno: responden a la pregunta sobre quién debería tener la propiedad de YPF, como si fuese un ejercicio teórico aislado de la coyuntura y de las circunstancias que ellos mismos critican habitualmente", afirma Alejandro Catterberg, director de la consultora Poliarquía. Y su crítica apunta, sobre todo, a la postura adoptada por la UCR, que votó el proyecto alegando que, de no hacerlo, habría caído en contradicción con su postura histórica. En el debate parlamentario resultó evidente la eficacia de la estrategia oficial, al teñir de nacionalismo la cuestión petrolera. Hasta María Eugenia Estenssoro, que en las últimas semanas se había erigido en la nueva figura de la oposición, a último minuto cambió su postura y desistió de votar en contra, para abstenerse. Alegó que "la razón" leindicaba votar en contra, pero "el corazón" le dictaba otra cosa. Así, el relato oficial llevó a la oposición a un callejón sin salida y, como si esto fuese poco, hasta los díscolos sindicalistas alineados con Hugo Moyano se plegaron a la euforia nacionalista, saludando la "recuperación" de la petrolera nacional. Otro hito en la batalla cultural Los ideólogos del relato oficial no dudan respecto de cuál fue la gran habilidad del Gobierno: más que captar una nueva "caja" o imponer un proyecto de ley en un rubro estratégico, el principal logro ha sido el de obtener una nueva victoria en la "batalla cultural". "Nunca resulta ocioso remarcar la importancia crucial de los giros en el lenguaje a la hora de intentar capturar el sentido de los cambios históricos", afirma Ricardo Forster, uno de los intelectuales afines al Gobierno y principal dirigente del colectivo "Carta Abierta". Forster alude al acierto oficialista al utilizar un discurso simple y directo, que asocia los conceptos de autoabastecimiento energético con el objetivo de la "inclusión social". Es ahí, en ese poder para definir y nombrar los temas de la agenda donde, según el intelectual, reside la capacidad de llevar adelante los proyectos políticos. Resalta que, en los '90, la iniciativa "neoliberal" había triunfado en ese campo al generar "un nuevo sentido común". Tras observar la recuperación al lenguaje político de términos como "expropiación" ("una palabra cara a los intereses populares"), Forster destaca que el caso YPF se ubica en línea con la supresión de las AFJP y la captación de dólares del Banco Central para la política de desendeudamiento. "Los límites parecen extenderse cada vez más", afirma el analista. En la vereda opuesta desde lo ideológico, otro intelectual, el filósofo Tomás Abraham, también admite que el Gobierno ha manipulado el discurso con habilidad, de forma de transformar un gran problema en una virtud. "Se quiso ser competitivo distribuyendo riquezas subsidiadas y se terminan pagando sumas siderales para conseguir energía. De acuerdo con nuestro modelo de succión y vaciamiento, nuevamente nos hemos quedado sin jugo. En el planeta Tierra esto se llama fracaso e irresponsabilidad dirigencial; en el siempre generoso planeta de Gardel se lo celebra como un nuevo día de la liberación nacional", ironiza Abraham. Pero no todos los analistas opinan que la opinión pública esté entusiasmada por la vocación que tiene el Gobierno por el intervencionismo económico. Algunos señalan que el oficialismo, más que liderar, lo que hace es hacer una atenta lectura de la realidad y seguir muy de cerca el humor social. "La expropiación cierra un proceso breve y accidentado de gestión privada nunca entendida del todo por la sociedad argentina. En general, primó una visión defensiva y hostil a los diversos episodios que jalonaron la desnacionalización", señala el encuestador Enrique Zuleta Puceiro. El sondeo realizado por este analista arroja un contundente 75% de aprobación al control estatal de YPF. Y, tal vez por eso, es que el Gobierno haya decidido teñir el tema de tono nacionalista. En el debate parlamentario se escucharon repetidas veces expresiones como "soberanía", "patria", "orgullo nacional" y "día histórico" en la bancada oficialista. Un discurso jaqueado por la realidad Los politólogos se han mostrado sorprendidos por cómo el Gobierno ha asimilado el tema petrolero con el reclamo por la soberanía de Malvinas. Fue ostensible en afiches firmados por la agrupación "La Cámpora", donde se veía el logo de la empresa junto con el mapa de las islas bajo el slogan "Son argentinas". Aunque hay advertencias sobre los costos a largo plazo, parece imponerse la creencia de que el Gobierno recogerá beneficios inmediatos de esta iniciativa, si finalmente logra el interés de jugadores internacionales que se asocien con YPF. "De lograrse una salida tensa pero rápida de los españoles y su reemplazo igual de rápido por los chinos, Cristina podrá decir que no sólo tuvo su 2 de abril, sino que se salió otra vez con la suya", sostiene Marcos Novaro, director de la consultora Cipol. En tanto, el analista de opinión pública Carlos Fara es contundente: "Frente a la pregunta de cómo impactará la expropiación en la gente, la respuesta es sencilla: en el corto plazo, fantástico. El Gobierno obtiene una victoria en lo simbólico". Sin embargo, advierte que el gran golpe de efecto no implica un seguro contra el malestar social. Fara se manifiesta convencido de que uno de los factores clave, a la hora de decidir la expropiación, fue la necesidad de posponer el ajuste en las tarifas de los servicios públicos. Y expresa sus dudas respecto de cuánto durará el efecto del "nuevo relato", en la medida en que la situación económica siga mostrando fisuras. Hay otra encuesta que pone de manifiesto hasta dónde es efectiva la política comunicacional del Gobierno: la confianza del consumidor, expresada en la disposición a "seguir de shopping". Todavía no hay mediciones posteriores al anuncio sobre YPF, pero las anteriores confirman las advertencias de los analistas. La medición que realiza la Universidad Católica mostró en marzo su quinta caída consecutiva. Si bien la disposición a adquirir bienes durables se mantiene relativamente elevada, el porcentaje de gente que prevé tener menores ingresos en los próximos meses, aumenta. Y también la percepción sobre la estabilidad en el empleo -considerada la variable clave a la hora de consumir- está empeorando. Será por este motivo que los economistas ven bajas probabilidades de que el Gobierno ajuste el gasto público. Un informe de la Fundación Mediterránea muestra que en marzo se cumplieron 12 meses consecutivos en los que las erogaciones crecieron a una tasa mayor que los ingresos. Y afirma que uno de los puntos que estaba cerrando esa brecha -el recorte a los subsidios de los servicios públicos- muestra "dificultades políticas en su implementación". En ese contexto, el gremio de los economistas sigue siendo el más escéptico sobre la capacidad del "nuevo relato", por imponerse sobre una realidad menos amable. Si bien admiten que la medida de YPF, combinada con la suba en el precio de la soja y con la reforma del Banco Central traerá cierto oxígeno financiero en el corto plazo, enfatizan que los problemas de fondo persistirán. "Cada nueva medida que toman va generando un efecto decreciente. Y en este caso, no solamente se trata de una caja más chica que la de las AFJP, sino que además va a durar hasta que YPF deje de tener ganancias, algo que ocurrirá rápido si no modifican los precios energéticos, que es el verdadero freno para las inversiones", argumenta Nicolás Dujovne, consultor y execonomista jefe del Banco Galicia. Pero no hay que subestimar al "relato". El Gobierno ha dado repetidas muestras de su capacidad de reformular el discurso y volver a sorprender.

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