Legado

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viernes, 17 de julio de 2015

CRISTINA Y LA HISTORIA A SU PIACERE

Cristina Kirchner días atrás utilizo el concepto de la victoria de la patria sobre la antipatria. Triste concepto, propio de los autoritarismos y no ajeno en su uso al neo fascismo lopezrreguista isabelino de la triple A o al lenguaje corriente de la última oprobiosa dictadura militar.
Las voluntades hegemónicas llevan a confundir  un ocasional liderazgo popular  y su voluntad con la nación en su conjunto, con la emanación de la patria, por ende  a quien desiente  solo le cabe el calificacativo de enemigo, antipatriota traidor.
Pero como para los K y sus acólitos, toda la gestión es una épica y una epopeya, es más que lógico que en su vehemencia y aprovechando la ocasión del día de la patria ingresen en el camino de esas comparaciones históricas. No es nuevo esto, en el peronismo nuestros padres o abuelos recuerdan la imagen del general Perón en su caballo pinto emulando la imagen sanmartiniana en el centenario de su fallecimiento.  Franco gustaba de buscar comparaciones con los reyes del glorioso imperio, el  Duce los honores romanos y el mismísimo Fuhrer de las imágenes de Carlomagno o de los héroes wagnerianos, salvando las apreciables  distancias de los ejemplos tomados, todas las voluntades hegemónicas en más o menos pretenden dotarse del ropaje heroico histórico.
Parece que nuestra Presidenta admira a  Manuel Belgrano, sabido es que pago a su médico y amigo con su reloj, lo único de que ya disponía, al morir le cavaron una fosa y sobre ella colocaron una losa de mármol blanco, trozo de la cubierta de una cómoda que había pertenecido a su madre, los dineros que le  otorgados por las victorias de Tucumán y Salta destinados por su generosos y patriótica donación a Escuelas que recién a regañadientes se finiquitaron en las épocas del menemismo. 
Mas allá de los afanes revisionistas de los historiadores pagos, los Kirchner nada pueden hacer por siquiera rozar el Olimpo de nuestros próceres, lejos de los de mayo su conducta dista  enormemente incluso con dirigentes políticos del siglo XX como Arturo Illia o Raúl Alfonsín con el que se esfuerzan vanamente  parangonarse.
Raúl Alfonsín dijo frente a la actual Presidenta “la intolerancia, la violencia, el maniqueísmo, la compartimentación de la sociedad, la concepción del orden como imposición y del conflicto como perturbación antinatural del orden, la indisponibilidad para el diálogo, la negociación, el acuerdo o el compromiso, han sido maneras de ser y de pensar que echaron raíces a lo largo de generaciones en nuestra historia. Y que por cierto, constituyen todavía hoy una de las principales rémoras y déficit con las que carga nuestra democracia.

Este gobierno con su discurso virulento y su lógica amigo/enemigo ha abierto una profunda herida social, nada de patriótico hay en ello, en tener a Boudou o a Milani tampoco.

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