Legado

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miércoles, 13 de mayo de 2015

LA DECREPITUD ETICA DEL KIRCHNERISMO

Con una serie de tuits en los que cargó contra Fayt, la Presidenta dejó en claro anoche que su última obsesión, que bien puede ser leída como uno de sus caprichos crepusculares, es barrer la Corte. Hacer de ella un cuerpo a su servicio como en los tiempos ultraliberales del “menemato”: una “mayoría automática” con aire progre. En la vida y en la política los extremos suelen hacer maridajes de conveniencia en el final de sus historias. Basta con repasar los votos y deserciones o presencias del senador Carlos Menem en sesiones clave y el paraguas que, a cambio, le supo dar el kirchnerismo.
Esa belicosidad política hacia la máxima instancia de otro poder del Estado y sus miembros la despliega un gobierno que está a siete meses de su ostracismo institucional. Porque aunque su candidato gane, la cadena nacional la usará otro y ese sólo hecho dará a la sociedad una mayor dosis de calma y compostura: bienvenida señal de un nuevo y esperado tiempo político.
Como se sabe, la “pieza” buscada para una de las maniobra K en la Corte es el jurista Carlos Fayt, debido a sus 97 años y presunto deterioro. ¿Sabrán los impiadosos acosadores K que el primer peronismo consagró los “derechos de la ancianidad”?
Nadie puede contra la biología: seguramente que los reflejos y reacciones físicas de Fayt han sufrido merma por el desgaste que traen los años. Pero eso no habla de su inteligencia y lucidez, que sin dudas superan, por ejemplo, a las de Leandro Santoro, el radical K ungido compañero de fórmula de Mariano Recalde en Capital. Santoro es ahijado político del pacto de Cristina con Leopoldo Moreau, el hombre que, con el 2,43% de los votos a nivel nacional, llevó a la UCR a una hecatombe histórica como candidato presidencial de 2003. Hoy sobrevive como un mendigo a la sombra del poder, pero es apenas un fantasma político de un ayer ya sin honra alguna. Lo llamativo del caso Fayt es que recién ahora hayan reparado en su cédula de identidad.
El filósofo, jurista, politólogo y senador vitalicio italiano Norberto Bobbio, quien sufrió prolongada cárcel por su militancia antifascista, escribió en De senectute, título tomado de las reflexiones de Cicerón en el 44 ac: “…la marginación de los viejos en una época en la que el curso histórico es cada vez más acelerado, resulta un dato de hecho, imposible de ignorar … El viejo sabe, por experiencia, lo que los otros no saben aún y necesitan aprender de él”. Allí Bobbio describe crudamente su angustia sobre la ancianidad y la hora final. Lo escribió en 1996, con 8 años de vida por delante. Le temía a la decrepitud física, pero no a otra más terrible que la muerte misma, y que el kirchnerismo pone en evidencia en su embestida a Fayt: la decrepitud ética y moral.

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