Legado

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miércoles, 3 de abril de 2013

PODER Y SINDICALISTAS CON OLOR A OVEJA

En su primera Semana Santa y Domin go de Pascua en la silla de Sa n Pedro, el Papa Francisco clamó por la paz mundial, pero sobre todo reivindicó su cercanía a los pobres y los débiles. En los inicios de la ritual celebración católica había pedido “pastores que huelan como ovejas”, una metáfora que bien podría extenderse a otras instituciones para que no quede sólo resonando en las paredes de los templos, cuyo real significado no sea sólo “una Iglesia pobre para los pobres” . Que todas las instituciones con poder e influencia en la sociedades desciendan al barro de la pobreza, no para inmolarse con ella, sino para asistirla y erradicarla. Esa “opción preferencial por los pobres” de la buena Iglesia y los buenos pastores debería ser uno de los grandes objetivos de la política y de los gobiernos, par a así poder traducirse en políticas públicas eficaces y transparentes que superen el mero clientelismo y transformen en serio las vidas de los segmentos más olvidados de la sociedad.

No es casual que Francisco haya cumplido el rito del lavado de pies e n un instituto de menores, en las afueras de Roma, allí donde está la niñez desvalida y castigada. Mirada que no debería limitarse sólo a chicos y adolescentes institucionalizados, sino también a quienes sin estar privados de su libertad viven prisioneros de un destino marcado por otros.

El sentido de su papado parece orientarse así cada día a advertir sobre “los condenados de la Tierra”: los pobres del Evangelio y los pobres terrenales, a menudo olvidados por dirigencias políticas que, con infinita pereza de espíritu, confunden a un pobre con un voto.

No alcanza un plan social, aunque sea bienvenido.

Es menester la promoción y el desarrollo de esas personas en situación de pobreza. La dignidad del empleo, la contención de la familia, la certidumbre del futuro, la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y a las tecnologías.

Ese drama social nos toca muy de cerca. Según un estudio del Observatorio de la Deuda Social elaborado por la UCA, en el país hay 11 millones de pobres que las estadísticas oficiales no registran, como informó ayer Clarín.

Uno de cada cuatro chicos del Gran Buenos Aires sufre de carencias básicas: un futuro sin horizonte. Quizá con los años sean víctimas del paco o chicos reclutados para delinquir o chicas esclavas modernas de la trata.

Sobre ese territorio empobrecido se libra en estos días una batalla política en la que el kirchnerismo acosa al sciolismo con los chicos y las familias de rehenes.

Roberto Baradel, el sindicalista kirchnerista de los docentes, actúa como si fuese el polaco Lech Walesa en los astilleros de Gdansk. Pero enfrente no están los tanques rusos, sino casi 5 millones de alumnos, pobres y no pobres, que y a han tenido 8 días de paro, con otros 3 en lista de espera para la semana próxima.

La ignorancia sólo conduce a la proliferación de la pobreza. De Vido viene de decirles a intendentes del GBA que habrá plata para ellos, pero no para el gobernador. Más que nunca, también hacen falta sindicalistas y políticos “que huelan a ovejas”.

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