Legado

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lunes, 6 de agosto de 2012

Progresismo y eficiencia: algunas ideas para empezar el debate.

Varias veces he dicho que uno de los desafíos que tenemos hacia adelante tiene que ver con la necesidad de caracterizar adecuadamente el oficialismo. Que la militancia tiene que trabajar para corregir el malentendido según el cual la gestión oficialista puede ser caracterizada como progresista. Si no lo logramos, decía, las las facturas por los errores del gobierno las pagará el progresismo en su conjunto. Y en tal caso, la sociedad,mayoritariamente, optará por una alternativa liberal, noventista o promercado, como prefieran llamarla.

Pues bien, sin perjuicio de la pertinencia de nuestras objeciones acerca del carácter progresista de la gestión del oficialismo, me parece que para evitar el riesgo de una salida por derecha, resultaría más conducente plantear la cuestión en otros términos.


Tal vez deberíamos partir de reconocer la existencia de una coincidencia importante con el oficialismo. En efecto, a diferencia de lo que sostenía la concepción dominante en los 90, ambos afirmamos que la política debe involucrarse de manera activa en aquellos aspectos de la organización social que influyen decididamente en las condiciones y calidad de vida de sus miembros. Por ejemplo, en la economía.
Ahora bien, no se trata de intervenir de cualquier manera, sino de hacerlo de forma virtuosa. Es decir, la intervención debe ser eficiente. Debe lograr el fin o el objetivo que persigue. Es sobre algo tan obvio como esto que debemos insistir.

Si como consecuencia de los errores cometidos y los que eventualmente se cometan hacia adelante, la situación económica y social se complica, a los efectos de evitar una salida por derecha, resulta más útil un cuestionamiento informado acerca de la eficiencia de la gestión del oficialismo que una discusión acerca de su progresismo.
Para decirlo en pocas palabras: el progresismo también puede ser ineficiente.

Incluso el más sincero puede ser ineficiente; y no sólo por impericia en la gestión, sino también por sectario, autoritario, o como quieran llamar a estas actitudes del oficialismo reñidas con las instituciones y la tolerancia democrática. (En otra ocasión hablaremos de la relación que existe entre diálogo, consenso, instituciones, transparencia y crecimiento económico inclusivo).

Para terminar (tengo que asistir a una actividad partidaria pero no quería dejar de escribir estas ideas como modo de aporte a un necesario debate), digo lo siguiente: el progresismo ineficiente, puede ser tan dañino como el neoliberalismo en la gestión. Si logramos demostrar que aún a pesar del crecimiento económico verificado, la actual gestión ha sido ineficiente (por no haber aprovechado como podría haberlo hecho, las circunstancias mundiales excepcionalmente favorables para la economía Argentina – cosa que después explicaremos -) estaremos salvando una idea importante para el bienestar de los argentinos: la de que la política no debe desentenderse de las cuestiones económicas y la de que el mercado o los sectores privados no pueden resolver por sí solos los problemas que tiene que ver con la justicia social. Por la sencilla razón de que esa no es su tarea.
Después continuamos. Un abrazo.
Esta entrada fue publicada en General por Ricardo Alfonsín.

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