Legado

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jueves, 5 de junio de 2014

Algunas consideraciones sobre el Frente Amplio UNEN

¿Tienen futuro y perspectivas de éxito las coaliciones electorales en Argentina? Con la reciente formalización del Frente Amplio UNEN vuelven a aparecer los recuerdos del ascenso electoral de la Alianza hacia fines de los 90 y su catastrófica salida anticipada algunos años después. La comparación es casi inevitable. Algunos de los actores que conforman ambos frentes son los mismos y tanto la Alianza como el Frente Amplio han surgido para poner fin a varios años de hegemonía peronista. No sorprende, entonces, que en los últimos días se hayan multiplicado las opiniones pesimistas sobre la performance esperada de esta coalición. En este breve artículo queremos reflexionar acerca del futuro de este espacio desde una perspectiva más amplia y trazar paralelismos y diferencias con la experiencia coalicional pasada. Consideramos que hay elementos para conjeturar que no solo su éxito electoral es viable, sino que hay condiciones para que este frente logre amalgamar una coalición duradera, como ocurre en el grueso de las democracias del mundo actual.
En primer lugar, el Frente Amplio UNEN es un fiel reflejo del descalabro del espectro partidario no peronista luego del 2001. Como resultado de la dispersión de las estructuras partidarias, ninguno de los socios de la nueva coalición es un socio dominante, como sí lo era el Radicalismo dentro de la Alianza. Un fiel reflejo de esta paridad de fuerzas es la incertidumbre acerca de las candidaturas de la coalición: tanto el Socialismo como el Radicalismo, la CC o algún aliado de ultimo momento tienen candidatos competitivos para la nominación a la presidencia. Cuando De la Rua enfrentó a Fernández Meijide en la primaria de la Alianza, el resultado era previsible. Dicha paridad puede contribuir a la cohesión: la falta de un primus desigual entre los socios debería alentar las negociaciones, los acuerdos y pautas de distribución del poder más igualitarias. En términos técnicos, habría mayores márgenes para que todos se atasen las manos en pos de una suma positiva y acordasen espacios de gestión y participación para quienes no ganen el premio mayor. Creemos que esto puede facilitar la unidad del espacio a través del tiempo. Tal dinámica, pensamos, podría ser reforzada por las PASO. La primaria disminuye los costos de negociación, provee mecanismos claros y aceptados para dirimir candidaturas y obliga, a su vez, a formar acuerdos de antemano. Dado que no se escoge un presidente sino una formula, es de esperar que las postulaciones reflejen arreglos cruzados entre partidos. Por otro lado, la imposibilidad de correr por fuera de las coaliciones una vez concluida la primaria aumenta los costos de defección. No suena muy convincente ni eficaz suponer que un herido Solanas o una desilusionada Carrio llamen a apoyar, de modo explícito o implícito, a un Altamira o Cristian Castillo. El resto de las opciones serian peronistas con o sin la K. El equilibrio, en ese marco, seria quedarse dentro de su espacio.
Segundo, el Frente Amplio UNEN surge en una coyuntura en la que tres de los países vecinos, Chile, Uruguay y Brasil, se encuentran gobernados por coaliciones multipartidistas predominantemente de centro-izquierda, pero que incluyen múltiples elementos de la política y la sociedad. Mal no les ha ido a nuestros hermanos del cono con tales formatos, tanto en términos de estabilidad como de gobernabilidad democrática. El “presidencialismo de coalición” es la norma y no la excepción en América del Sur. Mas aun, incluso gobiernos como el de Mexico se apoyan en acuerdos duraderos con otras fuerzas. Hoy por hoy, el panorama regional es mucho más propicio para los gobiernos de coalición que cuando la Alianza llego al poder. ¿Por qué Argentina debería ser la excepción? Creemos ademas que la cercanía geográfica, sumada a la afinidad ideológica de varios de estos gobiernos con el Frente Amplio puede facilitar los intentos de emulación de las mejores practicas de gobierno.
En tercer lugar, el fracaso de la Alianza, lejos de ser un pasivo para el Frente Amplio, es quizás su mayor activo. La Alianza fue pionera en el armado de coaliciones electorales para disputar la presidencia y gobernar el país. Los errores de inexperiencia que cometio la Alianza a la hora de administrar poder en un marco coalicional no sorprenden. Es de suponer que este espacio no peronista debe haber aprendido de sus antecesores y de sus vecinos en idénticas dosis. Disputas internas siempre habrá, tanto en gobiernos monocolores como en otros con coaliciones largas. Por otro lado, las coaliciones dominantes de los otrora miembros de la Alianza, para bien o para mal, han cambiado. Otros nombres, otras generaciones, otras perspectivas. Cuesta creer que alguno de los miembros de alguno de los socios de UNEN pueda realmente sucumbir a la tentación de quedarse con todo, al menos en el corto plazo. El bipartidismo tal cual se conoció hasta los tempranos ’90 ha dejado de existir en Argentina. Es de esperar que los dirigentes opositores también lo comprendan en caso de llegar a la cúspide del poder.

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