Legado

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jueves, 14 de noviembre de 2013

Los dudosos próceres del kirchnerismo POR MARCELO BIRMAJER

Durante el festejo por el fallo de la Corte sobre la ley de medios, frente al Congreso, con el titular de la AFSCA como orador principal, los manifestantes enarbolaban retratos del fallecido Hugo Chávez, de Ernesto Guevara de la Serna Lynch (a) el Che, y de Evo Morales.

El rostro de Guevara, omnipresente, produjo, en otras ocasiones, imágenes incongruentes: utilizarlo para reclamar por, o celebrar, la Ley de matrimonio igualitario, siendo el guerrillero argentino/cubano un homófobo declarado, y la revolución cubana un régimen que encerró a los homosexuales, por el solo hecho de serlo, en campos de concentración.

Pero el maridaje de los rostros de Guevara y Chávez con la ley de medios sí resulta coherente.

Guevara, junto con Castro, eliminó por completo la libertad de expresión dentro de Cuba. Mientras que Chávez lo intentó primero con un golpe de Estado, en 1992, cuando fue detenido; y luego procuró lograrlo dentro de ciertos límites democráticos, cada vez más frágiles, a los que lo constriñó la sociedad venezolana. Hoy su continuador, y líder de la izquierda revolucionaria latinoamericana, principal aliado del kirchnerismo en la región, es el celebérrimo Nicolás Maduro, autor del viceministerio para la Felicidad del Pueblo, cuyo rostro todavía no salpica nuestras manifestaciones, no sabemos si porque está vivo o porque todavía no han encontrado una buena foto.

Señalar que los rostros de Guevara y de Chávez, celebrados por los militantes festivos, por Carta Abierta, por el kirchnerismo en general, son referencias intelectuales y figuras vigentes acordes a la ley de medios kirchnerista, es considerado macartista, histérico, alarmista. Pero no fui yo el que citó a Chávez, al Che Guevara, a la revolución cubana y bolivariana: son los que hoy festejan la ley de medios.

Cuando, tomando a los próceres del kirchnerismo, Guevara y Chávez, advierto que el festejo de la ley de medios con esos rostros tal vez subraye cierta admiración de los manifestantes por el modo en que la revolución cubana administró el tema de la liberta de expresión, no es porque mis sentidos estén alterados: el Che Guevara fue el artífice de la revolución cubana, no de la francesa ni de la norteamericana. Chávez se postuló como orgulloso continuador de la dictadura castrista- la más longeva hispanoamericana- y fue su principal sostenedor económico.

Si uno se opone decididamente a Castro, a Guevara y a Chávez, es considerado reaccionario. Pero si advierte que aplicar una ley de medios siguiendo esos modelos no es una medida saludable para nuestras libertades públicas, entonces uno es paranoico y macartista.

Los kirchneristas pro-chavistas, castristas y guevaristas deberían ponerse de acuerdo consigo mismos: o realmente admiran a Castro, a Chávez y a Guevara, y al festejar la ley de medios con su retrato nos proponen esos modelos; o bien abandonan la admiración por esas figuras y no los incluimos en la discusión. Pero celebrarlos y negarlos al mismo tiempo clausura cualquier discusión racional.

Martín Sabbatella, además de titular de la AFSCA, es el líder de la agrupación Nuevo Encuentro, cuyas banderas llevan las imágenes de Evita Perón y Ernesto Guevara Lynch; pese a que Evita era más bien simpatizante de las Falanges de Primo Rivera y el franquismo, mientras que Guevara era antiperonista.

Pero hay una coherencia subterránea que Nuevo Encuentro ha sabido detectar: ambos detestaban la libertad de expresión y persiguieron, cada cual dentro de su sistema, a los periodistas y medios de prensa independientes.

Pudiera ocurrir que Sabbatella fuera por un lado líder de Nuevo Encuentro, y por otro titular de la AFSCA, y que su rol como funcionario no estuviera influenciado por su rol como dirigente de Nuevo Encuentro. Pero sabemos que los militantes de Nuevo Encuentro son conchabados en la AFSCA y pagan, al partido, un diezmo de sus salarios estatales. Cuando Sabbatella corrió, al día siguiente del fallo, a llevar su intimación de venta inmediata al Grupo Clarín, estaba militando en una idea coherente que se declama en las banderas de Nuevo Encuentro. Nótese que e l macartismo es utilizar el poder del Estado para perseguir, forzando los procesos legales pero dentro de ellos, a quienes piensan diferente.

Es precisamente lo que está haciendo el kirchnerismo, y no quienes nos oponemos a algunas de sus medidas sin más poder que el de nuestras ideas.

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