Legado

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viernes, 15 de noviembre de 2013

LA POLITICA DEL AVESTRUZ

Primero fue la potente voz de la Iglesia, luego la Corte subió el volumen. El crecimiento del narcotráfico en la Argentina e s una realidad desgraciada y peligrosa que necesita ser encarada como uno de los problemas más graves. Tráfico, pobreza, exclusión social, penetración en el Estado y en la política, contaminación policial. Un cóctel explosivo que no puede ser desmontado minimizando la cuestión o echando culpas para intentar vanamente de zafar de la responsabilidad.

Para colmo, no hay un solo punto de vista ni siquiera en el Gobierno. Sergio Berni, el teniente coronel todo terreno, salió ayer a torear a la Corte y a la Justicia, con argumentos para demostrar que los jueces son unos cobardes para enfrentar al narcotráfico en la frontera.

“Cuando invito, inclusive a la Corte, la he invitado a trabajar con nosotros en la frontera, muchos no quieren porque le dan miedo las víboras, las arañas o les molesta el calor”, ironizó Berni. No aclaró, sin embargo, qué tienen que hacer los jueces en la frontera, donde deben actuar las fuerzas de seguridad para llevar ante la Justicia los resultados de su actuación allí.

Arturo Puricelli, superior sólo teórico de Berni, había admitido unas horas antes que los esfuerzos oficiales contra el narcotráfico no alcanzan para detener el ingreso de droga al país.

Lo que hizo el Gobierno es lo que hace con otros temas cuando se ve en apuros porque no tiene respuestas: culpa al otro o se victimiza o sobreactúa. También hace esas tres cosas en simultáneo para eludir responsabilidades.

Así, Berni revoleó responsabilidades indelegables, Rossi se fotografió al lado de un radar para demostrar que el operativo “escudo norte” contra los vuelos ilegales con droga funcionan a la perfección, y cargó contra los gobiernos de Córdoba y de Santa Fe por los vínculos que tienen sectores de la policía con los narcotraficantes.

Córdoba es gobernada por el peronista Juan Manuel De la Sota, que ayer se pronunció en favor de la ley de derribo de aviones siguiendo un protocolo estricto, como se hace en otros países de la región, y en Santa Fe está a cargo de la provincia el socialista Antonio Bonfatti.

En ambos distritos hay serios problemas con el narcotráfico, especialmente en Rosario. Pero este flagelo no es exclusivo de estas dos provincias. En la de Buenos Aires, donde el oficialismo invirtió un gran capital político, su secretario de Seguridad dijo que el problema de la drogadicción y del tráfico no es un drama sino un “dramón”.

La consolidación del narcotráfico en el país provoca un giro dramático, que ya está teniendo una influencia cada vez más grande en la vida cotidiana y afecta a la política.

Es hora terminar con el negacionismo y el ocultamiento y enfrentar la realidad.

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