Legado

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lunes, 4 de marzo de 2013

El día en que pusimos a parir a la Justicia Por Carlos M. Reymundo Roberts

sta semana no pudo ser más gloriosa. Firmamos el acuerdo que nos estaba reclamando Irán, nos fumamos a la oposición metiéndoles dos diputruchos a la luz del día, la Presidenta puso a parir a la Justicia con sus anuncios de ayer y nos plantamos bien a lo macho, bien argentinos, frente a la Corte de Nueva York que nos quiere obligar a pagarles a los buitres.

A ver si me entienden: esta semana demostramos que nuestro universo es el del Irán de Ahmadinejad -¡basta de Occidente!-, que en el Congreso hacemos lo que queremos, que no vamos a parar hasta ver a la Corte arrodillada y que los jueces norteamericanos nos merecen tanto respeto que les mandamos. ¡a Boudou! ¿No es genial lo de la señora? La mejor manera de despreciar a ese tribunal era meterle en la audiencia de Nueva York a un tipo investigado acá por la Justicia y que ya se limpió al procurador general, a un juez y a un fiscal. Y que no sigan molestando porque la próxima vez les mandamos a Oyarbide.

Estamos viviendo un momento increíble de gracia. Cuando algunos de los nuestros no terminaban de digerir el pacto con un régimen como el iraní, el informe del martes del Departamento de Estado, que trata al Gobierno poco menos que de mentiroso y apropiador de empresas, nos vino como anillo al dedo. Ahora es más fácil entender por qué nos asociamos con Teherán: muchachos, ¡en Washington no nos dejan entrar ni al museo de cera!

A todo el mundo le consta los esfuerzos sobrehumanos que hizo durante años la señora para ser recibida por Obama, y cómo él la ignoró olímpicamente. Me cuesta entender la falta de visión geopolítica de este tipo. Cinco minutitos en la Casa Blanca, una foto con Michelle, una visita guiada por el Salón Oval y no habría pacto con Irán ni les hubiésemos tomado el pelo a los jueces de Nueva York ni estaríamos tratando de hacer negocios inverosímiles con países que no aparecen en Google.

Pero sigamos con el repaso de la semana. El jueves se supo que la construcción cayó casi 6% en enero, la mayor baja en 30 meses. Eso demuestra que va quedando poco por hacer, que todo el mundo tiene su vivienda, que no hacen falta caminos ni escuelas ni hospitales. ¿Los diputados brasileños se bajan el sueldo y acá se lo aumentan? Claro indicio de que allá no tienen un mango. ¿El dólar blue siguió subiendo? Muy bueno: a la hora de ahorrar los argentinos no están haciendo cuestión por el color de los billetes. Si van al mercado azul a comprar verdes carísimos sin ponerse rojos de furia es porque quieren blanquear su liquidez y demostrar cuán equivocados están los que ven todo negro.

Por supuesto, la apoteosis llegó con los cambios en la Justicia que presentó ayer la Presidenta. Es una lástima que se la viera tan crispada: parecía estar declarando una guerra más que anunciando un plan democratizador. Pero son detalles. Básicamente me pasa lo mismo que a Boudou: tiendo a aplaudir todo. Que podamos elegir en votación popular a los miembros del Consejo de la Magistratura es extraordinario. Era un viejo reclamo de la calle. Con cuanta persona hablaba me decía que no iba a ser feliz hasta que no pudiera votar para el Consejo. Ahora podremos hacerlo y será muy sencillo, porque la gente está perfectamente al tanto de quiénes son los mejores académicos, abogados y jueces. Además, algo me dice que en esa elección nos va a ir muy bien. Con candidatos perfil Hebe de Bonafini o Luis D'Elía ganamos por afano.

Las otras reformas también son maravillosas. Las nuevas cámaras de Casación que vamos a integrar nos permitirán, por fin, controlar a los fueros que hoy todavía tienen esa absurda pretensión de independencia. Me gustó, además, que haya retado a los jueces por demorar las causas. Es como una enfermedad espantosa que incluso ha contagiado a la pobre Presidenta, que está frenando hace cinco años la conformación de un tribunal penal que ella mismo promovió (destinado a investigar la corrupción) y que tiene pendiente, también desde hace años, la designación de cientos de jueces. Vamos a una Justicia exprés, algo totalmente posible: a Oyarbide le llevó apenas unos meses comprobar que los Kirchner no se habían enriquecido ilícitamente.

La señora anunció la limitación de las cautelares. ¿Huele a Clarín? Sí, y qué. Desde cuándo no se puede legislar pensando en el interés de un gobierno. Cautelar suena a cautela, y ya se sabe que a los tibios los vomitará Cristina.

De todos modos, no vayamos a la letra chica de los cambios, sino a su espíritu. Creo ver el mismo ánimo democratizador que impulsó las amenazas o la persecución contra jueces díscolos, o la cooptación de tantos otros, con afán reculturizador. El mismo ánimo que nos hizo vaciar cámaras enteras por no entender nuestras necesidades. El mismo ánimo que hizo posible los juicios populares de Hebe contra periodistas y medios en la Plaza de Mayo y sus amenazas de invadir Tribunales para echar a los jueces de la Corte por "corruptos, asesinos y cómplices de la dictadura".

Ése es el verdadero espíritu de las reformas anunciadas. Por eso, propongo sacar del Palacio de Tribunales a la vieja dama de ojos vendados y erigir en su lugar un monumento a la Presidenta, con su mirada punzante, el bastón de mando y un micrófono. La Justicia será nuestra, o no será..

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