Legado

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martes, 10 de julio de 2012

Atrapada en un peligroso deseo de venganza

Es sabido que el kirchnerismo confía en la coacción como un método eficaz para la acumulación de poder. En cambio, no estaba tan claro si Cristina Kirchner era capaz de pasar de la amenaza a la acción, de la presión a la venganza. Ahora, con las represalias contra Daniel Scioli y Hugo Moyano, se sabe que sí. Pero se abrieron otras incógnitas. Ni sus íntimos saben si está calibrando las consecuencias de sus escarmientos. Algunos temen que, por intentar resolver con métodos no convencionales los desequilibrios de la economía, esté generando una gran crisis política. A Scioli y a Moyano les aplicaron el mismo tratamiento. Llevarlos hasta la extenuación para, en ese extremo, reducirlos. El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, había prometido a Scioli $ 3000 millones si revaluaba el catastro rural. Eso sí: debía ser por decreto, con costo personal. Scioli obedeció. Pero, cuando fue a reclamar lo prometido, Lorenzino le dio la tercera parte, sin explicaciones. Fue la respuesta a gestos que la Presidenta identifica con una conspiración: el lanzamiento de la candidatura presidencial con tres años de antelación; la asociación con Roberto Lavagna, quien insinuó la posibilidad de un "Rodrigazo"; la adopción como escuderos de Alberto Fernández y Julio Bárbaro, dos dirigentes que para ella son subsidiarios del Grupo Clarín; la alianza con Hugo Moyano, oficializada días antes de que el camionero declarara un paro salvaje en el transporte. La decisión de forzar a Scioli a desdoblar el aguinaldo no es el desenlace de un duelo. Es el comienzo. Sobre todo porque el gobernador, a diferencia de su adversaria, carece de estrategia. Ella dio a entender que quiere destruirlo. ¿El qué piensa hacer? La emisión de una cuasimoneda está vedada. "Con los actuales niveles de liquidez e inflación el patacón perdería el 70% de su valor en una semana", le explicaron. Si quiere pagar a tiempo los sueldos de julio, Scioli tiene una única salida: ponerse en manos de la Presidenta. Pero, ¿quiere ella hacerse cargo del déficit bonaerense? En el año 2006, regresando desde Caracas, Felipe Solá reprochó a Néstor Kirchner que quisiera desahuciarlo. Kirchner contestó: "Felipe, tu provincia es la principal sucursal de mi empresa. Si te caés vos, me caigo yo". ¿Conserva Cristina Kirchner esa lógica? Si así fuera, ¿la solución es con Scioli o sin Scioli? La incertidumbre tiene cierto dramatismo. Cristina Fioramonti de Kunkel dijo que la provincia está mal administrada. Es la jefa de los senadores bonaerenses del Frente para la Victoria. Tal vez tiene razón. Entre otras cosas, Scioli paga hoy el imprudente salariazo que otorgó en 2008, cuando llegó a la gobernación. Ahora bien, ¿por qué Fioramonti, en vez de revelar lo que sabía, apoyó la reelección del gobernador, hace apenas ocho meses? La conducta de la senadora repite la de Máximo Kirchner, que ordenó a sus muchachos dejar sólo a Daniel Peralta cuando hubo que apoyar el ajuste santacruceño. Consejos delicadosUna consultora estadounidense aconsejó a Scioli renunciar al cargo y enfrentar al kirchnerismo. Pero él tiene enormes debilidades para adoptar esa estrategia. En su entorno están desconcertados. Su principal espada, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, confesó sus inquietudes ante sindicalistas docentes, que corrieron a informar al gobierno nacional. Scioli tiene, así y todo, un límite más importante: no haber tejido una red de aliados, por si algún día se enemistaba con los Kirchner. Hoy carece de ese "fondo anticíclico". Cristina Kirchner quiere intervenir las cuentas bonaerenses. Sobre todo la de la publicidad: "No voy a enviarle plata para que él se la pase a los que me quieren voltear", refunfuña. Algunos expertos le aconsejaron ir más allá: "Si querés controlarlo, mirá el banco, que es donde se estuvo financiando". A Moyano se le aplica la misma receta siciliana. La Presidenta le ha quitado las innumerables prebendas que ella y su esposo le otorgaron para garantizarse su lealtad. Casi todas derivan de funciones estatales privatizadas en el sindicato de camioneros. O en empresas amigas, como el Instituto Verificador del Transporte (Ivetra), del empresario bahiense Marcelo Elías. Anteayer rodó la cabeza del administrador general de puertos, Oscar Vecslir. Es otro bahiense, que tercerizó en Ivetra el control de los camiones que operan en la terminal porteña, a cambio de un canon de 17 dólares por vehículo. Vecslir fue reemplazado por Sergio Borrelli, ligado a Omar Suárez, del Sindicato de Obreros Marítimos. Borrelli reportará, como su antecesor, a Julio De Vido, que fue el garante de los pactos de Moyano y el Gobierno. Las complicidades entre el kirchnerismo y el camionero fueron publicadas infinidad de veces en los medios independientes. La prensa que simpatiza con la Presidenta se ha decidido a informarlas a sus lectores. Hubo que esperar a que estas noticias dejaran de ser destituyentes. ¿Alcanzará con estos despojos para doblegar a Moyano? Los afiliados al sindicato de camioneros, que en 2003 eran 50.000, ahora son 200.000. Una parte del incremento se debe al boom del transporte. Otra, a las concesiones oficiales, que él utilizó para quedarse con afiliados de otros gremios, con la aprobación del Ministerio de Trabajo. Moyano y su organización se han vuelto riquísimos en estos años. Será difícil reducir ese nivel de autonomía. Sobre todo si el juez Claudio Bonadio se sigue negando a resolver la situación procesal del sindicalista y de su esposa. Contra los propiosLa ira presidencial todavía no consiguió arrasar con el camionero, pero ya puso en apuros a varios aliados del Gobierno. Scioli respondió a la falta de asistencia con el congelamiento de la obra pública. Pésima noticia para Gerardo Martínez (Uocra), quien a diario enfrenta nuevos conflictos por la recesión en la construcción. Andrés Rodríguez (UPCN) es otra víctima de su jefa: debió llamar a una medida de fuerza de los bonaerenses por la demora en el pago del aguinaldo. Gran coleccionista de plástica y antigüedades, Rodríguez debe su apodo de "Centauro" a sus dotes de jinete, experto en dressage . También es criador de caballos europeos de alto costo y calidad. Cristina Kirchner lo ha elegido como la contrafigura de Moyano. Estos gremialistas que, junto con "los Gordos" -Lescano, Cavalieri, West Ocampo-, dieron ayer el primer paso, en el Ministerio de Trabajo, para ofrecer al Gobierno una CGT más dócil, serán controlados, igual que Moyano, por la nueva superintendenta de Salud, Beatriz Korenfeld. Esta "pingüina", íntima de la Presidenta, auditará las obras sociales, sobre todo sus misteriosos padrones. También en este campo a Cristina Kirchner le cuesta coordinar medios y fines. Con el ataque a Scioli y a Moyano ha puesto en guardia a todo el peronismo. Se multiplican las señales sospechosas. José Luis Gioja pidió que no haya una caza de brujas. Beatriz Rojkés de Alperovich, esposa del gobernador de Tucumán y tercera en la línea sucesoria, defendió a Moyano. José Manuel de la Sota estudia una estrategia para que la Casa Rosada salde la deuda con la caja previsional de Córdoba. ¿Cuánto falta para que los gobernadores vuelvan, como en los años 90, a sus conciliábulos del Consejo Federal de Inversiones? El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, se quejó ayer ante los diputados de que los diarios presenten la economía como si estuviera peor que la de España. Tiene razón. Los números de la Argentina están, por lejos, mejor que los españoles. Sin embargo, el índice de riesgo a un default de España -que es decir un default de Angela Merkel- es de 486 puntos. El de la Argentina, de 1044. Abal debe suponer que los mercados están locos. Pero cabe pensar en otra explicación: es la política.

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